El proceso de escribir La Única Verdad no fue corto, lo reconozco. Comencé a escribir un 25 de abril de 2019. Puede sonar a tópico pero todo surgió de un sueño. No sé si a vosotros os pasa, pero en mi caso hay veces que sueño aventuras increíbles que bien podían terminar siendo una serie o una película. Una vez despierto y tras unos minutos de asentamiento mental en los que comienzas a ser consciente de que el sueño ha acabado, terminaba dándome cuenta de que lo que había soñado no era más que una copia de alguna serie o película que ya existía. Qué fiasco.

Pero esa vez fue diferente. No encontré una referencia evidente en el catálogo de contenido que conocía, y eso se me grabó a fuego. No perdí mucho tiempo y comencé a escribir de manera resumida lo que había soñado. De ahí pasé a empezar a dar sentido al montón de recuerdos inconexos. Y eso terminó derivando en La Única Verdad.

Pude decir "he acabado" el día 9 de abril de 2020. Casi un año después. Luego vino una re lectura, corrección, repaso... hasta que consideré que lo que tenía estaba "bien". Eso fue el 8 de mayo de 2020.

El siguiente mes lo pasé corrigiendo. Cada vez que me ponía a leer un capítulo, veía evidentes fallos que repasar. Comas fuera de sitio, alguna frase mal redactada... por más que consultaba Fundae o la RAE, me daba cuenta de que yo solo no podría hacer un trabajo como este de manera excelente. Era (y es) mi primera novela, y mi trayectoria no pasa precisamente por el mundo literario.

Fue entonces cuando consideré que debía encontrar a algún profesional que me echara un cable. Contacté con Roberto López-Herrero, al que le agradezco enormemente la desinteresada ayuda. Él fue quien me puso en contacto con Grupo Filantria. Tras llegar a un acuerdo con ellos, el día 9 de junio les pasé el manuscrito y comenzó la corrección profesional.

El 18 de julio, un día antes de mi cumpleaños, me pasaron el primer repaso del manuscrito. Más de tres mil comentarios. Cantidad suficiente para impedir que mi editor de texto funcionase con normalidad. Tras encontrar la forma, pasé prácticamente todo el verano repasando sus comentarios. Una gran parte eran ortotipográficos, pero Gonzalo y Silvia también se metían en la trama. Esta fue la parte más difícil.

Escribir una novela de ciencia ficción donde continuamente juego con el tiempo es una tarea compleja. Es muy fácil (o al menos yo lo considero así) cometer un error y llegar a un punto en el que lo que estás contando no tiene sentido, porque te sales del marco de acción en el que te has situado.

Estos cambios (los de trama) fueron los más complicados. Tras reflexiones, algunas modificaciones, unos pocos detalles añadidos y un final más elaborado, les pasé el documento completamente corregido el 9 de septiembre.

Un par de semanas después hicimos una video llamada y los tres dimos por concluido el manuscrito. Fue entonces cuando pude decir: FIN.